El precedente colombino

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Manuel Lucena Giraldo (Real Academia de la Historia)

Investigador del CSIC

La verdadera edad de oro de los descubrimientos geográficos transcurrió entre 1492, cuando Cristóbal Colón y sus acompañantes en un viaje hacia el oeste tan temerario como bien fundado, lograron llegar con toda probabilidad al islote Watling, en las Bahamas, y 1522, con el retorno a España de la primera expedición de circunnavegación, iniciada por Fernando de Magallanes sin ese objetivo y coronada por Juan Sebastián Elcano.

Esta primera vuelta al mundo cerró así un ciclo de exploraciones que inició Colón, en la medida en que Magallanes y Elcano lograron llegar a la especiería, tan largamente deseada por los navegantes ibéricos como objetivo final de sus hazañas marítimas.

 

En verdad, el éxito asombroso del viaje de descubrimiento colombino de 1492, culminada con el retorno a la península ibérica en marzo de 1493, facilitó la organización inmediata y con todo el apoyo real del segundo viaje. Este partió de Cádiz en septiembre de aquel mismo año y se le aplica el calificativo de poblador, porque esa fue su naturaleza. Constó de una flota de diecisiete naves y cerca de mil quinientos hombres y algunas mujeres, entre hidalgos, artesanos, marineros, labradores y religiosos. Como navegaron más hacia el sur que en el primer viaje, hallaron en las Pequeñas Antillas las islas de Dominica, María Galante, Guadalupe, Montserrat, Santa María la Redonda, Santa María de la Antigua, San Martín y Santa Cruz, además de Borinquén (Puerto Rico). Cuando llegaron el 22 de noviembre a La Española, Colón y sus acompañantes encontraron el Fuerte Navidad, fundado por participantes en el primer viaje, destruido y aniquilada la guarnición. Abandonaron entonces ese lugar y fundaron Isabela, primera ciudad europea en el Nuevo Mundo. Por fin reemprendieron, el 24 de abril de 1494, la navegación “en busca de Asia”, mientras recorrían Cuba y Jamaica. Al poco, enfermo y agotado por su incesante búsqueda de referencias geográficas o culturales asiáticas, Colón regresó a la península. Las hazañas descubridoras no impidieron que el segundo viaje fuera un desastre anunciado. Poblar y colonizar aquellas tierras requería una estrategia distinta. Ni China ni Japón o las islas de las especias aparecían por ninguna parte.

A partir de entonces se hizo evidente que la afortunada falacia geográfica que había facilitado el proyecto colombino, basado en la posibilidad de llegar a Asia desde Europa navegando hacia el oeste, tenía otras reglas. Nadie podía suponer todavía que en la ruta asiática se había interpuesto un nuevo continente, América. El propio Colón pensaba haber llegado a un ramillete de “islas de la India”. No obstante, su crédito permanecía. En el otoño de 1496 fue recibido en Burgos por los Reyes, quienes confirmaron sus privilegios. Fernando e Isabel deseaban utilizar su pericia como navegante y explorador, pero se daban cuenta de la necesidad de apartarlo del gobierno. Pese a los recelos de los monarcas, en abril de 1497 Colón empezó a preparar el tercer viaje. Gracias al apoyo de la corona, logró equipar seis naves, en las cuales habían de embarcar soldados, marineros, labradores, artesanos y menestrales de diversos oficios, entre cuyos cometidos estaban los de introducir cultivos como la caña de azúcar y establecer repartimientos de tierras entre los pobladores.

En mayo de 1498 partió el tercer viaje colombino desde Sanlúcar de Barrameda. Pasaron por Cabo Verde, la isla de Trinidad, el delta del Orinoco y el 2 de agosto de 1498 entraron en el golfo de Paria, descubriendo el continente suramericano. Colón fue depuesto al poco, pero todavía fue autorizado en octubre de 1501 a preparar su cuarto viaje. Fue una desesperada búsqueda de la ruta asiática, de un paso al oeste de las Antillas que llevara al Extremo Oriente.

El almirante partió de Cádiz el 9 de mayo de 1502, con una flota de cuatro navíos, rumbo a las Canarias. El 15 de junio se encontraba frente a Martinica y en agosto de 1502 alcanzó tierra firme, en el territorio de lo que hoy es Honduras. A continuación, recorrió el istmo centroamericano hacia el sur, bordeando Nicaragua y Costa Rica, hasta Veragua, en las costas panameñas, donde intentaron en vano fundar una ciudad, Río de Belén. Tras enfrentarse continuamente a tormentas y huracanes, el almirante perdió dos barcos y con los otros dos, muy averiados, arribó a Jamaica el 23 de junio de 1503. Allí, enfermo de artritis, permaneció un año en espera de auxilio y por fin en noviembre del año siguiente llegó a Sanlúcar de Barrameda. Aunque es materia de debate si Colón de alguna manera llegó a aceptar la existencia en el camino de Asia de un nuevo continente antes de fallecer en Valladolid en 1506, serían las tripulaciones de Magallanes y Elcano las que resolverían el enigma geográfico con su viaje alrededor del planeta.