La humanidad es una

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Manuel Lucena Giraldo (Real Academia de la Historia)

Investigador del CSIC

Existen momentos especiales en la historia de las exploraciones y descubrimientos, que se producen cuando las sumas de infinitas ansiedades personales cristaliza en un proyecto colectivo. La primera circunnavegación de la tierra constituye una de estas ocasiones, pues más allá de la fascinante historia de ambición, arrojo y alta política que esconde, fue el resultado de impulsos largamente cultivados y específicamente ibéricos, pues en el contexto de una historia global el viaje de Magallanes y Elcano fue el momento cenital de los descubrimientos españoles y portugueses. En este sentido, es fundamental resaltar que, hacia 1512, todo indicaba que la competición por llegar a las Molucas y la especiería sería ganada por la corona portuguesa, vencedora en la competición por arribar al sur africano y a la India. Fueron súbditos lusos los primeros en alcanzar Sri Lanka, productora de canela, así como los estrechos de Malaca. No podía pasar mucho tiempo antes de que llegaran a Ternate y Tidore, en las Molucas, las mayores productoras de clavo y nuez moscada del mundo.

Las voluntades humanas y el puro azar jugaron, sin embargo, un papel decisivo. El portugués Fernando de Magallanes era un gentilhombre y consumado navegante que, cansado del rechazo –lógico en todos los sentidos- del monarca Manuel el Afortunado a sus propuestas de alcanzar la deseada especiería por la ruta del oeste, en 1517 ofreció sus servicios a Castilla. De acuerdo con su arriesgado plan, Asia se encontraba mucho más cerca de América de lo que se pensaba, por lo que si navegaba hasta unos 75º sur podría hallar el deseado estrecho que hoy lleva su nombre para entrar en el Pacífico. E incluso si no era así y el paso no existía, señaló, podía navegar hacia el este por “la ruta de los portugueses”, alcanzar las islas de las especias y retornar a España a salvo.

Los banqueros de Sevilla actuaron como los capitalistas privados que la empresa merecía, a cambio de un quinto de los beneficios por diez años. El 20 de septiembre de 1519, también con el apoyo del monarca recién entronizado Carlos I, Magallanes y sus hombres partieron de Sanlúcar de Barrameda en cinco embarcaciones. Magallanes decidió prudentemente pasar el invierno austral en San Julián, en la costa patagónica. Entre octubre y noviembre de 1520, tres de los barcos fueron capaces de pasar los 500 km. de lo que hoy es el Estrecho de Magallanes, lleno de laberintos y canales, hasta desembocar en el Océano Pacífico. En realidad, aquel momento de gloria marcó también el fracaso de la expedición, pues el paso a Asia se encontraba tan al sur que hacía inviable el comercio especiero desde Europa por esa ruta.

Por otra parte, ya en el Pacífico, Magallanes tuvo la suerte de contar con vientos favorables del suroeste, aunque a todos les esperaban cuatro meses de interminable y espantosa navegación. El hambre y el escorbuto causaron innumerables bajas e incontables sufrimientos a los expedicionarios, que se vieron obligados a comer serrín, cueros, bizcocho con gusanos y ratas. Tras 99 días sin ver tierra, el seis de marzo de 1521 por fin llegaron a Guam y poco después a Samar y Mactan, en las Filipinas. Allí, Magallanes y sus principales capitanes, que se implicaron en contiendas de los “reyezuelos” locales, fueron asesinados. Las dos embarcaciones que quedaban, la “Trinidad” gobernada por Gonzalo Gómez de Espinosa y la “Victoria” por el guipuzcoano Juan Sebastián Elcano, pusieron entonces rumbo a las Molucas. Su llegada al sultanato de Tidore tuvo lugar el 7 de noviembre de 1521. Hacía ocho meses de la muerte de Magallanes y casi dos años desde la partida de la península. Los españoles trabaron amistad con el rey Almanzor, cargaron especias y se dispusieron a regresar, pero la “Trinidad” hacía demasiada agua para intentarlo. Entonces, Elcano se comprometió a conducir la “Victoria” directamente a España y por la ruta del oeste, mientras sus compañeros intentaban regresar por el camino de ida. Fue entonces cuando surgió la idea de dar la primera vuelta al mundo, pues la armada de Magallanes había tenido el único objetivo de ir a la Especiería y regresar por la misma vía, el sur de América.

La “Victoria” fue aligerada de carga y partió de Tidore el 21 de diciembre de 1521 con 47 europeos y 13 “indios”. Elcano puso rumbo sur hasta la isla Mare, donde cargó madera, luego a la isla Moa, donde carenó la nave durante dos semanas, y siguió a Timor, en cuyo puerto de Amaban recogió agua y alimentos. El 11 de febrero de 1522 zarpó dispuesto a navegar medio mundo sin escalas para retornar a España. Fue un viaje de más de cinco meses por el sur de Asia y África oriental y meridional, alejado de las costas, para no ser descubierto por los portugueses. El 6 de septiembre arribó a Sanlúcar de Barrameda. Hubo que remolcar la nao hasta Sevilla, donde finalmente desembarcaron Elcano y los 17 supervivientes de la “Victoria”, con un cargamento de más de 500 quintales de clavo y otras especias, además de madera de sándalo: el viaje fue rentable gracias a la venta de estas mercancías. Se había demostrado que la tierra era redonda y se habían unido las rutas a Asia por oriente y occidente. La humanidad era una sola.