La casa de contratación y la vuelta al mundo

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Manuel Ravina

Director Archivo de Indias

Las noticias que iban llegando a la corte de los Reyes Católicos procedentes de las tierras recién descubiertas en América a raíz de los primeros viajes colombinos debieron de suponer una verdadera conmoción y un auténtico reto sobre cómo aprovechar la rudimentaria administración existente -el Consejo de Castilla- o cómo crear organismos nuevos que se hicieran cargo del gobierno de aquellas lejanas tierras y del tráfico marítimo que se estableció entre el viejo y el nuevo continente, y que siempre se conoció con el nombre de la Carrera de Indias.

Lo más urgente iba a ser esto último; es decir, la regulación del tráfico marítimo entre los puertos andaluces y los americanos. Y en fecha tan temprana como 1503, cuando aún Colón no había vuelto a España después de su cuarto viaje, cuando se toma de una de las decisiones que más repercusión iba a tener en el futuro.

En efecto, el 20 de enero de ese año los Reyes Católicos firmaban en Alcalá de Henares una Real Provisión por la que se creaba en la ciudad de Sevilla un organismo que se iba a llamar Casa de la Contratación y negociación con las Indias, a la que se dota de unas ordenanzas para su correcto funcionamiento.

¿Por qué Sevilla? Era evidente que la primera preocupación de la Corona debía de ser cómo proteger y controlar todo el tráfico marítimo que se avecinaba. Sevilla, al ser puerto interior, garantizaba una mayor seguridad frente a los ataques piráticos y el contrabando y, además, un, en teoría, más fácil control de todos los barcos, mercancías, y personas que iban a América o volvían de ella. Surge así el monopolio sevillano que iba a durar hasta su traslado a Cádiz en 1680.

La Casa era un organismo dotado de una variada e importante gama de competencias: la organización de las flotas, la enseñanza de los marinos, la inspección y registro de todos los buques, el cobro de determinados impuestos; depósito de los caudales del rey y particulares; oficiaban de control de la emigración a Indias, centro de investigaciones científicas y escuela náutica; audiencia y tribunal de justicia.

A Sevilla arribarían Ruy Faleiro y Fernando de Magallanes con su proyecto, que englobaba dos premisas: que las Molucas o Islas de la Especiería estaban situadas en la zona que correspondía a España de acuerdo al Tratado de Tordesillas y que era posible llegar hasta ella navegando hacia occidente, y con un memorial donde establecía cual era su propuesta, sus condiciones y sus exigencias. En Sevilla se entrevistaría con los pilotos y responsables de la Casa de la Contratación, pero para el proyecto que ellos traían entre manos necesitaban el acuerdo con la Corona de España, que iba a ser quien la iba a financiar dicha flota.

El encuentro entre los portugueses y los asesores del Rey, y finalmente la entrevista con este último, tuvo lugar en Valladolid, donde se encontraba la Corte. Tras diversos encuentros, se llegó a un acuerdo fundamental que el rey firmó el 22 de Marzo de 1518, aprobándose en él la propuesta de los portugueses. Era el momento de ponerse en marcha la maquinaria administrativa.

Se había tomado una decisión política; a partir de ahí tendría que hacerse cargo del tema la Casa de la Contratación de las Indias, como muy claramente se señala en el texto de las Capitulaciones: «E así lo mandaremos poner luego en obra a los nuestros oficiales que residen en la ciudad de Sevilla, en la casa de la Contratación de las Indias».

En el marco de sus competencias, la Casa tenía que hacerse cargo de la compra de las naos, y todo lo que significaba su avituallamiento. Las cinco naves Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago se compraron en Cádiz, y se trasladarían a Sevilla para repararlas en lo necesario y dotarlas de todas las cosas precisas para una navegación tan larga (se calculó que en principio duraría dos años): alimentos, artillería, instrumentos de navegación, avíos de cocina y comedor, velería y un largo etcétera. No era tarea sencilla reclutar la tripulación.

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