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La navegación después de la expedición.

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Instituto de Historia y Cultura Naval

Armada Española

Construcción Naval

A partir del inicio de la era de los descubrimientos marítimos de los reinos hispánicos (castellanos y portugueses), con el establecimiento de los viajes transoceánicos, los barcos fueron aumentando de tamaño y complejidad de aparejo hasta llegar a los soberbios navíos del siglo XVIII. Pero no hubo una revolución en su naturaleza hasta principios del siglo XIX,
cuando se introdujo la propulsión a vapor, liberándolos de la dictadura del viento.

Le siguió la construcción de los cascos en hierro, lo que les dio una solidez muy superior, y la generalización de la hélice. A finales del mismo siglo XIX se introdujo la electricidad. En el siglo XX aparecieron diversos sistemas de propulsión (motores diésel, turbinas de gas, reactores nucleares y otros), la comunicación radio, y la electrónica, que dio paso al automatismo. Hoy día los barcos necesitan cada vez menos tripulación, y hasta los hay enteramente carentes de
ella, gobernados por control remoto.

Paralelamente, a lo largo de todo este tiempo los puertos se fueron dotando de estructuras para embarco y desembarco de carga y personas, y hoy los barcos se atracan regularmente a los muelles. Y para embarcar y desembarcar desde la mar se cuenta, además de con los botes, en ocasiones con helicópteros, y hay buques de guerra portaaviones.

Navegación

Dada la irrelevancia, a la hora de hacer cálculos, de considerar a la Tierra girando alrededor del Sol, como defendió Copérnico, en lugar de figurar la Tierra como fija y centro de referencia, la tan aplaudida revolución Copernicana tuvo poco efecto sobre la navegación. No obstante, la mejora en la observación de los astros gracias a los adelantos de la óptica, la mejora de la precisión de los instrumentos náuticos – en particular con la introducción del sextante en el
siglo XVIII – , y el mayor dominio de la ciencia matemática, hizo que aumentara la precisión de las situaciones previstas de los astros, lo cual aumentó la precisión de la navegación.

El cálculo de la longitud en tierra era relativamente fácil observando las horas de los eclipses y otros sucesos astronómicos visibles o, simplemente, el ángulo que forma la Luna con otros astros; pero en la mar, donde no basta una determinación ocasional de la posición de un punto geográfico concreto y las observaciones astronómicas son menos precisas, siguió siendo un problema, hasta que la mejora de la precisión de los cronómetros permitió un cálculo más
exacto que el de la estima por rumbos y velocidades desde la longitud conocida anterior, lo cual no sucedió hasta el siglo XVIII.

La cartografía continuó mejorando tanto en calidad como en cantidad. Las nuevas proyecciones empleadas para plasmar en plano la forma esférica de la tierra para representar los mapas, como la proyección Mercator, hicieron mucho más practicable el plasmar la derrota en la carta, la determinación de los rumbos a seguir, y el cálculo de las distancias entre puntos.

Conforme se iban descubriendo y colonizando territorios antes ignotos, se fueron sondando los fondos y delimitando las costas, plasmándose dicha información en las cartas náuticas, haciéndose menos peligrosa la navegación costera. Hoy los barcos utilizan cartografía digital y posiciones satelitales que dan una precisión y seguridad a la navegación inimaginables en tiempos de la expedición Magallanes-Elcano. Con la recentísima aparición del sistema de información AIS (Automated Information System), por el que el que cada barco va radiando su posición, rumbo y velocidad, y la difusión de esa información por internet, el invisible mundo de los movimientos de los barcos en alta mar ha pasado a la historia.

Alimentación

La mayor capacidad de movimiento de los barcos a partir del siglo XIX, y el mejor conocimiento de las rutas a seguir, redujeron la duración de las navegaciones entre puerto y puerto, lo cual alivió la necesidad de subsistir con alimentos no perecederos.

Más tarde, con la aparición de los frigoríficos en el siglo XX, la falta de alimentos frescos es hoy poco más que un mal recuerdo a bordo de los barcos que surcan los mares. Hoy día, la dificultad en la alimentación navegando se reduce a la de cocinar y comer sobre un piso que se mueve, a veces violentamente.

Salud

Desde el siglo XVI la salud a bordo ha mejorado de forma parecida a como ha sucedido en tierra, y los barcos, proporcionalmente a su desplazamiento, tienen buenas instalaciones higiénicas y sanitarias. El escorbuto dejó de ser un problema ya desde que se descubrió que una buena dieta de vitaminas, fácilmente obtenibles de frutos de larga duración (como el limón), lo evitaba y curaba.