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Del Limes romano al mapamundi de Juan de la Cosa

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Maite Fernández Madrid

Doctora en Historia del Arte

Corría el año 407. Los pueblos germánicos cruzan el Danubio y el Rin y con ello se produce el colapso de una civilización brillante, el Imperio Romano, que había sido el resultado de varios siglos de cultura y sobre todo de romanización – asimilación de los pueblos conquistados a las costumbres del vencedor-en un territorio que varía sus limes en función de las conquistas que realiza.

La unidad romana se ve, pues, fragmentada por las oleadas de pueblos bárbaros que ocupan la parte occidental del Imperio. En Oriente, sin embargo, el Imperio Bizantino protagoniza una brillante expansión que alcanza su cénit en el siglo VI con la figura de Justiniano. En el siglo VII los ejércitos árabes salieron del desierto y en menos de un siglo conquistaron un vasto territorio desde Hispania hasta el Asia central. Su vehículo de unificación será la religión, el Islam que incluía entre sus preceptos fundamentales la guerra santa. Hacia el año 970, los turcos seléucidas de Asia central se convierten al Islam y ocupan Bagdag en 1055.

Europa hasta el siglo XI, se transforma en un baluarte amenazado al sur por el Islam, al este por los húngaros, al norte por los escandinavos, al mismo tiempo que, allende los Urales, se afirman los grandes imperios asiáticos. Era, por tanto necesaria una idea unificadora que confiriera a los gobernantes una identidad común por encima de los límites geográficos y las fronteras. Ese elemento aglutinador se encontró en el hecho religioso, el llamado “espíritu de cruzada”, que consistió no solo en una llamada para rescatar los Santos Lugares del poder de los enemigos de la fe, sino también para lanzar a los caballeros cristianos a morir por ese Dios que se representaba en fachadas y ábsides de las iglesias y monasterios románicos, sentado en un trono, con el mundo a sus pies (Fig 1. Pantocrátor San Clemente de Tahull).

Será en el siglo XIII cuando la desunión de las fuerzas europeas y los fracasos militares harán desvanecerse los sueños de reconquista de esas tierras lejanas. San Luis, rey de Francia, promotor de la sexta cruzada, es capturado y ha de pagarse un rescate por su liberación, aunque consiga traer como reliquia una espina de la corona de Cristo para la Sante Chapelle de París. Su primo, el rey castellano Fernando III, arrebata Córdoba y Sevilla a los musulmanes (1236-1247) mientras que el monarca aragonés, Jaime I El Conquistador ocupa Valencia y Baleares (1229-1245). Una nueva expansión cristiana está en marcha, entonces, coincidiendo con el auge del comercio y el resurgir de las ciudades tras una etapa oscura de hambres, luchas y enfermedades endémicas.

Europa había sido eclipsada por las civilizaciones más adelantadas del medio y lejano Oriente que dominaban el comercio internacional .Por ello, el principal objetivo de los exploradores europeos bajomedievales va ser la búsqueda de tejidos, joyas y sobre todo especias, que eran muy apreciadas. Pretendían así emular los ideales recogidos en los antiguos cantares de gesta y las más recientes novelas de caballería, para llegar a los exóticos lugares que el veneciano Marco Polo describe en su Libro de las Maravillas. A pesar de las incursiones aragonesas por Sicilia, Atenas y Neopatria, los comerciantes occidentales no tenían acceso directo a los mercados asiáticos. Y más desde que los turcos conquistan Constantinopla en 1453, cerrando definitivamente el acceso a las Indias por el oeste. En el siglo XV, los navegantes europeos habían indagado nuevas rutas hacia Asia con ayuda de las cartas portulanas- como la del mallorquín Abraham Cresques que en 1375 representa Asia desde el mar Caspio hasta Catay, recogiendo sin duda la información de Marco Polo-(Fig 2. Portulano de Cresques) y los nuevos instrumentos de navegación como la brújula y el astrolabio.

Los primeros en lanzarse a estas lides fueron portugueses y castellanos. Los lusos instalan varias bases en la costa occidental africana, para desviar el tráfico de esclavos y así obtener mayores beneficios. Vasco de Gama dobla el Cabo de Buena Esperanza para alcanzar las Indias desde su país (1488-1497) y los reyes de Portugal en 1502, fundan una base comercial en Goa, se apoderan de Malaca y ponen los cimientos de un imperio colonial en las Indias. Por su parte, Castilla ocupa las plazas del norte de África- privilegiados enclaves estratégicos durante el imperio hispánico del siglo XVI-, las islas Canarias y después de los viajes de Colón, incorpora a sus posesiones el continente americano, hecho que Juan de la Cosa, piloto de la Nao Santa María recoge en su mapamundi, con el fin de mostrar los territorios recién descubiertos a los ojos de los europeos.( Fig. 3. Mapa Juan de la Cosa).